domingo, 31 de marzo de 2013

DOMINGO DE LAS MANOS TATUADAS DE JESÚS

El problema de la Pascua para María Magdalena
las otras Marías y los discípulos fue:
Que lo buscaban entre los muertos
y Él estaba jugando con las flores en el jardín.
Que lo buscaban entre los muertos
y Él estaba divirtiéndose con los vivos.
Que lo buscaban en el sepulcro
y Él estaba ya en sus corazones.
Que las Pascua de Resurrección fue 
un verdadero jugar del Resucitado
con los hombres al escondite.
Resucitó donde menos ellos lo podían esperar.
Pensaron en un robo,
y él estaba escondido en su propio corazón.
Pensaron en un muerto, imposible dar con Él si estaba vivo.
Miraban a la oscuridad del sepulcro,
y Él disfrutando del bello sol de jardín.

Lo que ellos consideraban "tristeza"
era Él empujándolos a descubrirlo.
Lo que ellos consideraban "vacío",
era Él empujádolos a encontrarlo,
con la misma facilidad que Él nos encuentraa a nosotros.

Porque cuando Él quiere vernos no tiene necesidad
de asomarse a la ventana,
por si nos encuentra en el parque,
en la playa o paseando por la calle.
Porque cuando Él quiere vernos,
no acude a su álbum de fotos
donde sabe que también estamos cada uno de nosotros.
Porque cuando Él quiere vernos,
no necesita una cita para encontrarnos.
Cuando Él quiere vernos,
le basta mirar a sus manos.
¿Extraña manera de vernos, verdad?

Pero para Él es el modo normal de poder vernos,
mirarnos y contemplarnos.
¿Hay algo más fácil que es mirar a las manos?
No exige ningún esfuerzo.
Las manos las estamos mirando constantemente.
Y el Resucitado nos ha tatuado
a cada uno en la palma de sus manos.
Así, cada vez que ve sus manos, nos ve y nos mira a cada uno.

Además, nos lleva tatuados, para que nada se borre.
Ni siquiera cuando se las lava,
pues nosotros somos sus llagas,
nos ha escrito con la tinta de su propia sangre,
en la señal de los clavos, nos está viendo a cada uno.
Ve nuestra propia imagen
y la imagen de su dolor y amor por nosotros.

Podemos estar lejos o cerca, no importa.
Él siempre podrá vernos.
Podemos estar con Él o sin Él.
Él mirará sus manos allí nos verá y encontrará.
Podemos abandonarlo. Tampoco importa.
Allí están sus manos para encontrarnos.
Podemos borrarnos de la lista de discípulos.
Podrán borrarnos de los libros parroquiales.
Pero nadie podrá borrarnos de las heridas de sus manos.

Desde la Muerte y Resurrección de Jesús
sabemos que estamos tatuados
en las manos crucificadas
y resucitadas de Jesús.

¡Domingo de Resurrección!
¿Por qué no llamarle también el 
"Domingo de las manos tatuadas de Jesús"?
Pregón-Felicitación. Parroquia de Santa Teresa de Jesús. Almería.
¡ALELUYA! ¡CRISTO VIVE!



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